¿Qué es más emputante que el racismo solapado de los Colombianos? El racismo solapado de aquellos Colombianos que han vivido en el exterior.
Alguna vez alguien me dijo que Colombia se arreglaría si todos los colombianos pudieran viajar por fuera del país durante un año. Aunque entendía el punto que esta persona trataba de hacer y entendía la lógica tras su razonamiento, inmediatamente le dije que no estaba de acuerdo. Entendia su comentario pues yo mismo he tenido la suerte de poder vivir en diferentes paises y siento que esto me ha dado la oportunidad de mirar al mundo, a mi país y a mi idiosincrasia tras lentes distintos. Si no necesariamente me ha dejado ideas claras al menos me he vuelto mas tolerante y me ha permitido poner en duda mis preconcepciones, un ejercicio en el cual creo ciegamente. Soy solo uno entre millones que han explorado esta sensación y por eso entiendo que alguien piense que toda persona que tiene la oportunidad de visitar otras culturas se vuelve más tolerante. Pero esto no es verdad, al menos no lo es para todo el mundo, así como tampoco es verdad que el que no sale de su país tiene una mente cerrada y una visión limitada. No es verdad porque estando en Nueva York, uno de los lugares de mayor diversidad cultural, me encuentro diariamente frente a comentarios destemplantemente clasistas y xenofobicos. Y lo más duro es cuando estos comentarios vienen de un compatriota que carga una mochila arhuaca, le gusta nuestra música mestiza y no tienen ni idea de donde viene el oscuro tinte de su piel. Lo más jodido es cuando esta persona, resultado de siglos de una mezcla racial, lanza un sarta de palabras donde asegura que el o ella no son como los indios, negros, mulatos, zambos y mestizos de su país. No, coño ¡Ellos fueron paridos directamente por los Reyes Borbones! Además de lo imprudente y arribista de esta posición, también es ignorante pues dan a entender que ellos, los descendientes directos de El Cid Campeador, sienten que son la mayoría.
Hace unos días no pude parar de escuchar una conversación en el bus donde una mujer española le preguntaba a su amiga mexicana, con cierta inocencia, que si sus amigos mexicanos eran como los que trabajan en las cocinas en los restaurantes en Nueva York. La mujer mexicana sorprendida (y un poco ofendida) se aseguro de decirle que "Nada que ver; ellos son otra raza". Seguramente es verdad que sus amigos “no son como los de las cocinas de Nueva York", pero lo que más me impacto fue la falta de una sensibilidad contextual de ambas mujeres al hablar del tema. Primero que todo, me sorprendió que la mujer española no sospechara la compleja identidad racial y social que existe en Latino-América debido, en su mayoría, a la conquista Ibérica. Segundo me sorprendió que la mujer mexicana (que no estaba del todo equivocada en su respuesta) no pudiera, o no quisiera, explicar de una forma mas objetiva y contextualizada, el por qué unos mexicanos en Los Estados Unidos son ilegales y trabajan en las cocinas y otros vienen a estudiar en Princeton y a trabajar en Wall Street. No…simplemente “ellos son otra raza”.
La identidad racial y cultural en Colombia (y en Latino América) es aun tema complejo y fascinante. Pero no se necesita ser historiadores para entender que en nuestros paises, la raza está directamente conectada con el estrato social y económico. La mayoría de nosotros no tenemos las capacidades ni la inteligencia para poder solucionar muchos de los problemas técnicos y de infraestructura que causan vastas distancias sociales en nuestro país. Pero un mínimo entendimiento de nuestra idiosincrasia y un poco mas de respeto y tolerancia al hablar y al referirnos los unos a los otros, generarían importantes cambios en nuestra mentalidad y esto, a su vez, generaría reales cambios positivos en nuestra sociedad. Los colombianos deberíamos, de una vez por todas, considerarnos, aceptarnos y querernos, sino racialmente, al menos culturalmente, como la mixtura indisoluble que somos de indios, negros y europeos.
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